Aunque a muchos les pueda parecer una reflexion un tanto esotérica, propia de académicos y del mundo de la gran empresa vistos como los directamente interesados, el conflicto por los derechos de la propiedad intelectual en la era de la información es materia que concierne a todo ciudadano en ejercicio de sus derechos en tanto compete a la totalidad de los ámbitos de nuestra vida intelectual, económica y hasta privada. La importancia de esta discusión en torno a esta problemática en la actualidad es cosa seria y debe ser tratado con la misma urgencia con la que abordamos un hecho tan capital como el calentamiento global.
En el trasfondo lo que tenemos es una lucha por la hegemonía entre dos paradigmas distintos. En una esquina esta la ética Hacker que es heredera de la norma académica del compartir la información y la actividad critica como condiciones necesarias para el progreso y por otro lado la concepción empresarial que privilegia la cultura del secreto como forma de preservar las propias ventajas competitivas y por ende las ganancias.
El problema en si radica en que el desarrollo actual de las tecnologías de la comunicación ha superado largamente la capacidad del industrial de nuestros días para adecuarse a la marcha de los tiempos. Por ello a través de sus lobbies, los intereses industriales en juego pretenden detener la marcha de los tiempos presionando a los gobiernos con el fin de impedir la consolidación de la cultura hacker. Por supuesto los gobiernos colaboran en aras de recuperar sus viejas formas de control e instrumentalización de la población, amenazadas frontalmente por la amplitud del desarrollo tecnológico y la ética hackeriana.
Un ejemplo muy reciente está en la presión efectuada por los grandes medios de comunicación y en vías de acatamiento por google de limitar el acceso a las noticias de los medios de comunicación a 5 noticias diarias por usuario. Si tanto les molesta a los grupos editoriales que tengamos acceso a sus contenidos por medio de la web ¿Por qué diablos no descuelgan sus ediciones digitales o las restringen ellos mismos?
En términos marxianos podríamos decir que en cuanto a la evolución de los medios de propiedad, la estructura ha superado a la superestructura. En palabras más actuales y de acuerdo a la temática en la que tratamos, el software del que disponemos es de lejos superior a las potencialidades del hardware, y la reacción de las industrias de contenido cultural limitando los derechos de propiedad equivale a la reacción de los luditas tratando de destruir las maquinas en los talleres por temor a la pérdida de sus puestos de trabajo. Estamos ante un hecho inaudito; el malestar de la globalización sufrido desde lo alto de las cumbres empresariales. Por supuesto ellos no lo sufren, nos quieren obligar a sufrirlo a los usuarios. El colmo del subsidio elevado a la enésima potencia. Ya que no entienden cómo adaptarse, pretenden omitir el cambio. Así hasta la actualidad los dinosaurios dominarían la tierra.
Ahora bien la actividad creadora merece ser adecuadamente remunerada. Aristóteles, Shakespeare, Tolstoi, Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci, Einstein y también quienes sean que hayan inventado el fuego, la agricultura, la escritura y la rueda innovaron en base a la búsqueda de la excelencia, el afán del momento, la necesidad de contestar a las preguntas que les planteaba la vida y hasta su propio ego y no acicateados por los derechos de autor y el copyright. Desde luego no discutimos las pingues ganancias que algunos de ellos obtuvieron y por supuesto sin ninguna objeción ética y moral merecieron.
Se puede argüir que el desarrollo de la creatividad en la sociedad actual depende efectivamente de enormes acopios de capital en sus diferentes etapas. La investigación científica requiere la inversión de enormes recursos económicos para dar sus frutos, la creación literaria necesita de enormes esfuerzos de marketing empresarial. La experiencia histórica sin embargo señala que cuando la información es retenida en pequeños grupos y confiscada del dominio público en favor de los mismos como ocurre en los regímenes autoritarios, el resultado deviene en contra del desarrollo del cuerpo social y por ende rebaja la fibra moral e intelectual de los individuos.
Apelando a la concepción liberal clásica sobre preeminencia de los derechos del individuo frente a todas sus amenazas, no debe existir ninguno limitación más allá de las dictan la protección de los mismos derechos en nuestros semejantes. En ese sentido es de tomas en cuenta la visión de Eduardo Villanueva, quien tomando como base el manifiesto de barropunto, escribe lo siguiente: “La Internet es un espacio de creación libre, cuya principal virtud es permitir la experimentación y la innovación desde cualquier punto y lugar. Cualquier intento de restringir la innovación es un ataque a la viabilidad misma de la innovación y la creatividad en la era digital”.
Ni los gobiernos ni los individuos pueden permitir que bajo las banderas de la libre empresa, se pretenda imponer un totalitarismo de mercado que como todos los excesos solo puede llevarnos al atraso, la corrupción y la ignorancia. Y menos aun que aquello suceda en los ámbitos de la cultura y las ciencias. Internet debe prevalecer como un espacio abierto a la imaginación y a la libre creación de sus usuarios. Lo antitético es como tener un Ferrari jalado por caballos.
En los casos en que la red sea restringida como medio, lo único que podemos y debemos ofrecer los usuarios de internet es una actitud abierta de protesta, resistencia y rebelión en todos los medios que nos faciliten los causes sociales, legales y tecnológicos disponibles. El asunto es demasiado serio para permanecer neutral.
Lo que se requiere es la emergencia de una nueva estructura de protección a los derechos de la creación intelectual en consonancia con las nuevas realidades como ya sucede de manera embrionaria en el movimiento por el software libre o incluso en algunos sectores progresistas de la propia industria discografica. Los dinosaurios tienen todo el derecho de defenderse y tratar de detener el tiempo. El derecho de los hombres es evolucionar.
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