jueves, 29 de abril de 2010

Reflexiones marcianas

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Si llegaran los marcianos ¿Cómo serian? ¿Habrá marcianos en primer lugar? Marcianos al menos de momento sabemos que no. Aunque uno nunca está seguro. La ecuación de Drake podría ser una medida exacta sobre las posibilidades de vida inteligente en el universo, el problema es que las variables que componen la ecuación de Drake son desconocidas hasta el momento y de lo que podemos estar seguros es que no hay mucha esperanza de encontrarlas dentro del laxo de vida de las presentes generaciones. Eso es cierto al menos de momento.

Las recientes declaraciones del reputado científico, Stephen Hawking quien dijo "casi seguramente los seres extraterrestres existen y que los humanos "deberían hacer todo lo posible para evitarlos" nos llaman a pensar sobre el inevitable destino de la vida inteligente de agotar los recursos de su planeta de origen. El mismo Stephen Hawking ha hecho hincapié repetidas veces en la necesidad de que la especie humana pueda salir más allá del confinamiento del planeta madre si es que se quiere que la civilización y con ella la especie permanezcan.
Los hombres (incluyo a las mujeres), la humanidad vive siempre con la ilusión del próximo paso, con el anhelo de la conquista y el deseo de conocer lo inabarcable; esa es nuestra naturaleza y es bueno que asi sea pues nos distingue de todos los demás seres que pueblan la tierra y es el motor de nuestra inteligencia. Las estrellas incitan nuestros sueños pero también alimentan nuestra codicia.

Cecil Rhodes, ese personaje representativo del glorioso imperio ingles decía "La mayor parte del mundo está parcelada, y constantemente se divide, conquista y coloniza lo poco que queda de él. Y pensar que hay estrellas por la noche, anchurosos mundos que jamás podremos alcanzar. Me gustaría anexionar los planetas si me fuera posible; a menudo pienso en eso porque me entristece verlos con tanta nitidez, y sin embargo, tan lejanos". Last Will and Testament (1902).

Es de suponer el mismo espíritu animando a los seres de distantes astros animados por las mismas inquietudes. Seres ultra tecnológicos pueden haber resuelto muchas de sus necesidades pero la promesa de un mundo nuevo rico en recursos aun no explorados podría ser un anzuelo latente. Lamento que las declaraciones de Stephen Hawking puedan decepcionar a muchos entusiastas del fenómeno ovni que pueden suponer buenas intenciones y mejores instintos en nuestros hipotéticos amigos de las lejanas estrellas, pero es bueno ponernos a pensar de vez en cuando en asuntos en apariencia tan exóticos.

En principio una mejor tecnología no te hace más sabio, ni mas bueno y si lo piensan en el fondo ni tan siquiera más inteligente. Puede ser que tuviste suerte, que tenias las condiciones adecuadas y el momento perfecto para el despegue. China pudo haber llegado mucho antes a la revolución industrial. Tenía los principios técnicos necesarios para ello, no obstante los atavismos de su sociedad imposibilitaron ese surgimiento tecnológico y occidente gano la carrera por la revolución industrial. Si ese supuesto que afirma implícitamente que a mayor desarrollo tecnológico mejores sociedades y por ende mejores personas fuera cierto el mundo no sería el mundo que hoy conocemos.

El desarrollo científico es bueno en si mismo tampoco soy un tecnofobico, muy malo sería eso para quien como tantos se beneficia de los avances de la tecnología para hacer escuchar su modesta voz en el concierto de voces de la red. Un gran regalo del progreso técnico que agradecemos. Las sociedades primitivas tampoco son dechados de corrección y empatía. Los humanos podemos ser inmensamente crueles en cualquier tipo de sociedad y más cuando lo que está en juego es la propia supervivencia.

Es posible que una civilización verdaderamente avanzada con capacidad de salir a las estrellas, domine los secretos de la fabricación molecular para superar su dependencia de las fuentes de recursos extractivas; si nosotros mismos aun en los albores de lo nanotecnologico ya podemos plantearlo como posibilidad teórica, que no podrán aquellos que pueden escapar de la prisión de sus propios sistemas solares; pero nada nos garantiza eso y una civilización sea que haya descubierto la forma de superar los limitantes einstenianos de la velocidad de la luz o bien cuyos miembros sean capaces de soportar las condiciones resultantes de viajar a velocidades subluminicas por periodos de tiempo tales que quizás excedan la esperanza de vida de su propia civilización madre, puede necesitar el abastecimiento de recursos como los que disponemos en nuestra amadísima tierra.

Si nos basamos en la historia humana como hace el Dr Hawking, es sensato suponer que el choque cultural del encuentro con otra civilización seria por decir lo menos catastrófico para la nuestra. Es común para nosotros que cuando estos eventos se han producido las relaciones del intercambio necesariamente sean desfavorables para la civilización menos adelantada. Los ejemplos abundan en nuestra historia.

Los amigos amantes de los ovnis y creyentes de la naturaleza eminentemente bondadosa de los ET´s deberían pensarlo dos veces antes de idealizar al objeto de sus sueños. No obstante el riesgo no creo que las opiniones del respetado científico calen hondo en los buscadores de vida extraterrestre. A pesar del riesgo existente en esta empresa existe dos condicionantes que debemos compartir con una hipotética civilización capaz de cruzar las distancias estelares y son nuestra curiosidad innata y cierta pasión por el riesgo calculado. Si no fuera así todavía estaríamos todos arrinconados en los estrechos valles donde inicio su rumbo nuestra especia.  A la manera de la saga bíblica relativa al génesis, Stephen Hawking, ha actuado señalándonos la manzana de lo que debieran ser nuestros límites. Nuestra naturaleza es cruzar esos límites, acaso sea esa la pulsión que hace factible la vida inteligente ¿O acaso vamos a escondernos?

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